viernes, 24 de febrero de 2012

Tejiendo memorias.



A diferencia del silencio, mis manos gritan… anhelan las tuyas.

¿Desde cuándo empecé a sonreír al pensar en ti? ¿Desde cuándo empecé a extrañarte?

Esa sonrisa que se me escapa en tu honor, ese aroma tuyo que me imagino cada vez que me acuerdo de entrelazar mis manos en tu cintura que pinta mi imaginación.

En un suspiro de amor crecen mis memorias de nuestra historia, donde tú relatas cada cuento, cada baile y cada minuto de nuestro silencio, qué más que silencio, parece una sinfonía de sentidos, de imaginación… nada silente por supuesto.

El recuerdo del tacto que me dejaron tus manos, sin ser una droga me hace alucinar y sin ser amnesia me hace olvidar mis males… Sin ser medicina me quita el dolor y sin ser perfume aleja todo hedor.

En aquel pequeño cuerpo yace mi memoria intacta… intacta de males y artimañas que, al parecer se perderán en besos y risas cual fuesen telarañas.

Y sin ser pintora trazas la curva de mi felicidad, y sin ser escultora esculpes mis memorias en tu honor.

Es como un bello placer que poco a poco se teje en tranquilidad… y todo el dolor desaparece en aquella fría y rotunda, que por cierto voy dejando atrás, oscuridad.

Sin esperar sonrisas se que sonreirás al leer esto, porque sin ser mago, mis manos desaparecen tus males, y sin mencionar tu nombre, estos textos te describen y sin arrepentirse de nada, poco a poco, todos mis miedos se cohíben.

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